No sé por qué pero tengo ganas de escribir, estoy llorando como una pelotuda porque la verdad que no soporto no poder hablar ni saber si estoy mordiendo una gasa o mi propia lengua; además de que me duele el estómago porque me la paso tragando mi propia sangre, y que en tres días se me hincha la cara como una toronja, eso no estaría mal si no fuera porque tengo que rendir ese mismo puto día. Hoy, cuando iba en el 37 a mi futura desgracia me fue inevitable pensar en vos. Pensaba en que últimamente, le estás vendiendo a tu platea femenina los mismos folletos que me vendiste a mí, y entonces daba por sentado que soy como un tema más de un tracklist cualquiera. Y miré para arriba antes de ponerme a llorar, como siempre hago cuando se me esfuma la ilusión, pero se me vino un pantallazo del viernes tan feliz -el primero-, que fuimos tan cobardemente nenes de tres años. Y me pregunté si con todas sos así, tan adorable, te preocupás tanto, temblás, decis incoherencias -más de las normales-; pero así y todo quise apagar la ráfaga de optimismo. Soy una persona, no la persona; pero así y todo intercambié lágrimas por una leve mísera conformidad. Puedo asegurarte que si sos tan excepcionalmente adorable con todas, yo misma hago que Nobel se levante de su tumba y te entregue un galardón.
Cada día me siento más lejos tuyo.
Tengo miedo del reencuentro.