Hace unos días que estás mal, y verdaderamente olvidaste el por qué. Hace horas que las lágrimas ruedan por debajo de tus ojos, el espejo de tu alma. Desde semanas te inunda esta crisis inconclusa, que te envuelve en un abrazo tan fuerte que asfixia. Y seguís así tanteando entre la realidad y el sueño, confundiéndote entre la verdad y el juego; cuando en verdad, nada y todo caminan de la mano haciéndote perder el sentido. No llores león, ya no llores más.
Levantás tu ojos cuando caminás por las vacías calles de la ciudad, la mañana no se prende y se hace difícil hablar. No es algo que no sepas, sino algo que callás. Tu mirada está perdida entre tanta hipocresía. Tenés tanto que decir, pero tan poca gente que de verdad sepa escuchar... Mil ideas locas y traviesas alteran la mente, el tacto de la sonrisa que se intenta asomar entre tus labios no es más que una mueca de locura que no puede escapar, tus pupilas descoloridas desde ya hace algún tiempo no reflejan más que un vacío que pide a gritos compañía; tu boca de cartón intenta hablar, pero no hace más que un suspiro tan pobre como la soledad endemoniada. Ya no llores león, ¿qué fue lo que te hicieron? Si tus manos son las armas más cargadas en la vida, ¿no fueron acaso aquellas garras las que defendieron tu valentía? Los fuertes no son aquellos que no caen león, sino aquellos que se paran estando a pedazos.
El mundo es gris por la simplicidad que le dás ahora que ya no importa nada. El tiempo es el enemigo más próximo y peligroso, y te acecha a cada segundo de su consumición; aunque no se atreve con las marcas de tu esfuerzo, que se aleja de tu mente, sin recuerdos... Escapar no es algo que puedas hacer, intentaste millones de veces pero la cabeza da vueltas pisando el acelerador; buscar excusas no es algo factible de tu persona: tenés demasiado orgullo como para poner más piedras en tu propio camino. Sólo queda que descanses bien, león. Sólo eso. Que tu mente sea libre mientras tu cuerpo yace en reposo, y explore los más lejanos sentimientos. Sólo eso león, ya no llores más. Seca esas lágrimas transformándolas en los diamantes más filosos, y levanta la mirada al cielo; naciste para ser Rey. Ya no llores más león, no todos saben la verdad.
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